El Blog de John Constantine

Impresiones de un bastardo profesional.

Tuesday, May 23, 2006

Cuando tengo un trozo de plomo en el estómago
No sé si en este mundo queda sitio para la poesía. Bueno, más bien en mi mundo. Y no para toda la poesía, sin para la moderna. Cuando me he dedicado a poetas de siglos muy anteriores, siempre he tenido el prejuicio de leerlos teniendo en cuenta su época. Así, al tiempo que uno disfrutaba de Garcilaso, o de Rilke, o sobre todo de los románticos (Shelley, Keats, Bécquer), me decía a mi mismo que, pese a toda la etérea belleza que manaba de sus líneas, era una sensación irreal; que era su visión, muchas veces exagerada, de la existencia y los sentimientos que ella nos provoca, la que provocaba ese alud de emociones. Y qué una mirada mucho más fría al universo que los rodeada hubiera secado sus plumas. Pero esto es irracionalmente lógico, ¿no? ¿Cómo puedes pedirle a un poeta que sea realista o lógico a la hora de intentar hacer brotar nuestros sentimientos?.

Y mi posición ante la poesía se agrava aún más con los autores del siglo XX. Jamás he leído -ni he intentado hacerlo- nada posterior a la generación del 27. Ni una sola línea de poesía moderna. Me encanta Lorca, capaz de evocar con sus versos todo el universo de una Andalucía tal vez sólo soñada, con sus sabores a aceituna y vino, su olor a jazmín, las noches iluminadas hasta lo imposible, con una luna que ejerce de blasón de una legión de estrellas con vida propia, los riachuelos helados que son el torrente sanguíneo de una tierra con alma propia... Me he enamorado con Neruda, que por desgracia me terminaresultando ampuloso, excesivo en sus metáforas, pero al que uno imagina con un corazón inmenso, insondable tal vez, para encontrar un millón de maneras de describir su amor. Y también he disfrutado con Juan Ramón Jiménez, tal vez demasiado rayano en la sensiblería, pero desbordando la ilusión de su primer viaje de casado, la madurez en su pequeña villa y la insoportable soledad del exilio y la viudedad... Y ahí se acabó.

Porque creo que después de los años 40 del pasado siglo, en los que por un lado u otro vimos lo que el hombre era (y es) capaz de hacer, me es imposible mirar la poesía del mismo modo. Y después de ver lo que las personas de un mismo país, hermano contra hermano, pueden llegar a perpetrar, aún más. Me descorazona pensar en los que pudieron ser los últimos momentos de Neruda o Lorca, cada uno en su propia tragedia personal. ¿Pensarían en ese momento en su obra... en si había significado algo para los hombres, o si por el contrario todo lo que habían escrito, soñado, amado, sólo era como acordes de guitarra, que morían en el mismo instante que nacían?

Y así, cuando pienso en poesía actual, me es imposible aceptar que nadie, ya en el siglo XXI, encuentre en nuestra existencia materia para escribir poesía alegre, soñadora, optimista. Frente al torrente de alegría o tristeza, incluso pasión, que debería ser, sólo puedo imaginarmela como granos de arena arrastrados por el viento en un escenario de cemento u hormigón. Gris, frío, como parece ser mi propia vida. No encuentro metáforas positivas con las que perfilar el modelo de mi existencia.Uno, al final, termina eligiendo las frases cortantes y frías como el filo de un cuchillo; porque ¿son las emociones, en nuestro mundo moderno, el principal equipaje existencial? ¿O són sólo caramelos, cuyo contenido devoramos inmediatamente para tirar el envoltorio, lo único perdurable, al suelo? No sé si los sentimientos de la gente, y los mios propios, son como amigos imaginarios que utilizamos por costumbre, para no caer en el precipicio de nuestra propia pequeñez.

Pero para mi propia sorpresa... resulta que todas esas cosas tienen su propia poesía. Que el silencio de nuestras emociones al perderse es sonoro. Que toda esa grisura no es tan hermosa como un atardecer o la luna bañada por las estrellas, pero no es tampoco como el vacío.Que el cinismo y la amargura saben tan desagradables como un trago amargo, pero calientan también como éste. Que es posible que nuestras vidas no tengan un propósito, ni un final, ni una trayectoria marcada, pero que ese caos sin sentido en el que nos bañamos cada día tiene su propia belleza. Es posible que esté amargado o triste, pero cuando trago saliva y propio el sabor de mi propia amargura, sabe a algo. No es un sabor agradable, y cuando la tragas te raspa la garganta. Pero en ese momento, se que saboreo algo.

Y es ese conocimiento el que me impulsa adelante. No es una carrera esforzada, ni emotiva. Ni siquiera alocada. Pero me muevo.

Mil millones de moscas no pueden estar equivocadas

¿Se acuerda hoy alguien de Harold Robbins, un autor que hace 30 años vendió más de 50 millones de ejemplares de sus libros? ¿Y de Irwin Shaw, que en los años 70 hizo lo propio? ¿A alguien de menos de 35 años le dice algo el nombre de "Papillon"? ¿O el de "Hombre rico, hombre Pobre"? ¿Y si le preguntamos al lector de alguna de las obras de este "autor" por Ira Levin, Peter Benchley, Scott Smith...? ¿Sabrán ni siquiera las magníficas películas que se les debe a esta gente?
Entonces, por muy forrado que esté y mucha gente que le lea, ¿para qué preocuparse por este tipo y sus libros? ¿Quién se acordará de él dentro de, no más, 15 ó 20 años?
Su obra no merece ni un comentario que le haga aún más publicidad que sumar a la avalancha de la última semana.

Wednesday, May 17, 2006

Mission Impossible:
Brian de Palma en estado puro


Me produjo bastante extrañeza hace unos días, en el blog de REFO, ver como más de uno (y de dos) contertulios consideraban a "Mission:Imposible II" la mejor de la saga. En primer lugar, por que la película me parece la peor de casi toda la trayectoria americana de John Woo. Si bien en sus primeras obras en Hollywood como "Blanco humano" o "Broken Arrow" el director de Honkg Kong se veía ciertamente lastrado por el control de sus productores, en "Cara a Cara", Woo había demostrado lo que era capaz de hacer con una mayor libertad creativa. Pero en "M:I-2", parece totalmente incapaz de imponer ritmo y pasión a la película , tal vez obligado por la férrea batuta de Cruise, y finalmente sus detalles personales más superficiales (palomas, tiroteos con 2 pistolas, etc) terminan antojándose ridículos y fuera de lugar.

La valoración de la película se me hace aún más pobre si la comparamos con el episodio original de la saga, dirigido por Brian de Palma. No cabe duda de que el director fue elegido merced al éxito de su anterior adaptación televisiva, "Los intocables de Elliot Ness". Cuentan las crónicas que su relación con Cruise fue de todo menos buena hasta el punto de que se negó a participar en el estreno y promoción de la películas. Pero no se puede negar que ,a nivel artístico, supo escapar más o menos a las directrices del protagonista y productor y lograr una película , aparte de eficaz, tremendamente personal. Una película de espías en gran parte a la vieja usanza ,exceptuando la escena final del tren, impuesta sin ninguna duda por la major productora (Paramount). Una obra que se sitúa junto a "La identidad de Bourne" -con la que comparte un buen número de premisas en el argumento- en una de las mejores cintas de espionaje de las 2 últimas décadas.

Por que más allá de la omnipresencia de Cruise en casi todas las escenas del reparto, siempre tenemos la impresión de estar viendo una película de Brian de Palma. Ahí están, como en gran parte de sus obras, las reminiscencias a Hitchcock: la figura del falso culpable, la información hurtada al espectador sin ningún tipo de escrúpulos, la enorme diferencia entre lo que los personajes creen ver y lo sucedido realmente... Y no sólo a nivel argumental, sino que De Palma inunda la película con su característico estilo visual: los primeros planos de los personajes siempre inclinados, planos-secuencia imitando la visión subjetiva del protagonista, que nos introducen de manera efectiva en la piel de éste -planos que De Palma ya nos había mostrado en , por ejemplo, "Vestida para matar"-.

Pero no debe restarse mérito tampoco a David Koepp, uno de los guionistas más cotizados de Hollywood, autor entre otros de los libretos de "Parque Jurásico" o "Spiderman", que ya había trabajado con De Palma en "Carlito´s Way" y que repetiría colaboración en "Snake Eyes", y que desarrolla una trama en la que, en contra de la opinión de mucha gente que ha tachado el guión de confuso, las motivaciones de los protagonistas están perfectamente definidas. Frente a cierta mistificación de los personajes centrales que las secuelas han introducido, los espías que se mueven en el mundo de "Mission: Impossible" son seres de carne y hueso, movidos por pasiones tan terrenales como la codicia o la venganza en un mundo discreto, frío y sin espectacularidad. Un mundo en el que, al igual que en la realidad, la información es poder, y en el que las agencias de espionaje no compiten por virus mortales o amenazas a nivel planetario, sino por la información pura y dura. Un escenario, salvando las distancias, como el que John Frankenheimer nos mostraba en la magnífica "Ronin" , película que comparte con "M:I" la presencia de un magnífico Jean Reno. En ambas cintas la guerra fría ha dejado obsoletos a los antiguos espías y estos deben sobrevivir ofreciendo sus servicios al mejor postor, traicionando incluso a sus antiguas agencias. Al final, tanto una como otra nos muestran a los espías como seres moralmente ambiguos, grises, más allá de la clásica distinción entre "buenos y malos" que las dos continuaciones de "Mission: Impossible" se han encargado de resucitar, con resultados discutibles.

Pese a su condición de encargo, De Palma obtiene con "Mission: Impossible" una de sus mejores obras. Y para muestra de ello, y para convencer a los más escépticos, basta con recordar una escena ya grabada en la retina de todos los espectadores para siempre: la infiltración de Ethan Hunt (Tom Cruise) en el laboratorio del ordenador. Una secuencia fría pero hipnótica, convertida ya en clásico del cine moderno, que ha sido imitada y parodiada en multitud de ocasiones, en la que el director logra, por primera vez en mucho tiempo, igualar a su adorado Alfred Hitchcok en la creación del suspense. Mostrándonos la acción en auténtico tiempo real, sin utilizar la música y con algunos planos soberbios, como la visión superior de Hunt, colgado sobre el suelo de la sala; un suelo que nos recuerda a una tela de araña, que es ni más ni menos que la propia situación del protagonista... Una escena que nos demuestra la maestría de un director con una carrera tremendamente irregular, ,del que no cabe duda, puede esperarse lo peor ("La hoguera de las Vanidades"), pero también lo mejor,("Scarface"), y del que esperamos con auténtica ansiedad su adaptación de la ya mítica "Dalia Negra" de James Ellroy.

Tuesday, May 16, 2006


Si la cosa es como promete...
Va a ser muuuuy grande .

Thursday, May 11, 2006


Infernal Affairs

Es curioso como una producción como "Mission impossible II", a pesar de su inmenso éxito, marcó el principio del declive de John Woo en Hollywood. Y ello, a su vez, precipitó el fin de la moda del cine de acción asíatico (en su mayor parte procedente de Hong Kong) como principal influencia en los directores del género. De este modo, tras los tremendos fracasos de "Paycheck" y "Windtalkers", Woo se encuentra semidesaparecido en acción, y directores como Tsui Hark o Ringo Lam, que parecían destinados a renovar de manera irremediable el puro espectáculo, se han concentrado uno en el cine épico como "siete espadas" o se han visto relegados a dirigir las más oscuras películas de la ultima etapa de Jean Claude Van Damme.

Y más sorprendente aún es que ha sido una cinta totalmente apartada del genero como "Infernal affairs", la que más impacto ha causado en los cineastas -que no en el público, dada su limitada distribución- de Estados Unidos, hasta el punto de que el propio Martín Scorsese se encuentra rodando una adaptación directa de ésta con el título de "The departed", acompañado de un plantel de auténtico lujo: Leonardo DiCaprio, Matt Damon y Jack Nicholson.

Pese a estar rodada en Hong Kong y narrar una historia de policía y mafias, "Infernal Affairs" no ofrece prácticamente ni un sólo tiroteo espectacular a los que tan acostumbrados nos tiene el cine de Hong Kong. Se trata de una película muy pausada y casi intimista en la que su director y protagonista, Andy Lau (uno de los actores más conocidos del cine asiático), prefiere contraponer el enfrentamiento psicológico de los dos protagonistas principales: Lau, un mafioso infiltrado dentro de la policía, y Chan (Tony Leung), un policía infiltrado dentro del clan mafioso al que pertenece Lau. Ambos tuvieron que infiltrarse desde su juventud en sus respectivos destinos, y su verdadera identidad es conocida sólo por sus superiores absolutos.

Después de 10 años, la situación de ambos es muy distinta: Lau ha ascendido cada vez más en el cuerpo de policía y ha llegado a la jefatura de Asuntos internos -de ahí el título del filme-. Posee un nivel social envidiable y una novia encantadora. Chan, por el contrario, no puede soportar su vida al margen de la ley, que le ha alejado de todos los que le amaban. Sólo las conversaciones con su psiquiatra le aportan algo de cordura, pero no puede aguantar más la situación. Y es en este momento cuando ambos, a través de sus jefes descubren la existencia de topos en sus propias organizaciones. Y ambos hombre no tienen más remedio que encontrar al traidor contrario antes de que haga lo mismo con él.

Como he dicho, Lau se aleja del tradicional estilo asiático del cine de acción para ofrecernos una película muy cercana, en sus plantamientos iniciales, a "Heat", de Michael Mann. Si bien Lau no nos ofrece, como sí hiciera Mann, escenas aisladas de violencia para contentar al gran público. Su relato es completamente intimista, centrando su mirada en los dos personajes principales, en como dos hombres intentan manejar una situación límite que ha durado años y que les termina explotando en las manos. Aquí es donde brilla sobre todo el trabajo de Tony Leung, tal vez el mejor actor asiático de la actualidad; un profesional que no tiene reparos en combinar las cintas de acción pura y dura con sus trabajos con directores de tanto prestigio como Zhang Yimou o Wong Kar-Wai, y que ya protagonizara en su momento la, sin ninguna duda, mejor película de John Woo, "Una Bala en la cabeza", sorprendente y arriesgada mezcla de cine político y "heroic broodsheed".

Lo mejor de la película, aparte de la creciente tensión que rodea la situación al filo de la navaja de los protagonistas , es el tono completamente ambiguo que rodea a ambos personajes, y al ambiente que les rodea. Después de tantos años como policía, Lau se siente como un agente de la Ley, no como mafioso, y seguir las órdenes de su capo, Sam, le resulta cada vez más repugnante. Se ha convertido, no sabemos si a su pesar, en un policía, y además bueno. Y también podemos ver como Chan, inmerso en un ambiente de crimen y corrupción, encuentra en algunos de sus cómplices una lealtad más allá de toda prueba...incluso de su propia condición de policía. Lealtad que Lau no puede encontrar muchas veces dentro del competitivo ambiente que rodea al cuerpo policial.

Al final , "Infernal Affairs" (titulada "Juego sucio" en su distribución española en DVD) no es tal vez una película que deje una enorme impresión inicial, debido a la ausencia de espectacularidad en sus imágenes. Sin embargo, la película no decepcionará en absoluto al espectador que busca algo más allá de tiroteos, explosiones y “bullet time”, y sin duda le obligará a preguntarse lo mismo que hacen los protagonistas: pensar en si son nuestros actos, y no nuestro origen, lo que definen lo que somos. En si lo que ven los demás de nosotros es capaz de cambiarnos más allá de lo que podemos reconocer. O si, como ya comenté en su momento, las máscaras que nos ponemos terminan resultando mucho más fuertes que nuestra verdadera personalidad.

Wednesday, May 10, 2006


Match Point.

A diferencia de mucha gente, nunca he conseguido conectar con el universo de Woody Allen a lo largo de los años. Se me antojaba (seguramente de manera equivocada) demasiado egocéntrico y existencialistamente banal. Ni siquiera en sus más hilarantes películas (Bananas, el Dormilón), conseguía fijar la atención en los temas que el director abordaba en sus obras. Pero curiosamente su última obra (y tal vez la menos personal), Match Point, ha conseguido clavarme al asiento la pasada semana mientras la contemplaba en DVD.

Gente mucho más cualificada (REFO, Spaulding), ha destacado ya las virtudes cinematográficas de la película. A mí, lo más fascinante-e inquietante- de la película es la ambiguedad moral del personaje principal, Chris Weston. No sé si se debe a la maestría delguión o a la magnífica interpretación de Jonathan Rhys-Myers; actor éste que después de un inicio con cierta fuerza en el cine en"Velvet Goldmine" y una etapa de películas más o menos mediocres, ha resurgido en películas como ésta, "Quiero ser como Beckham" ó la última entrega de "Mission Impossible".

Si, es cierto que el personaje de Rhys-Myers, Chris Weston, puede ser visto como ejemplo del típico trepa en busca del ascenso social y económico; pero siempre mantiene un cierto halo de misterio en sus reacciones. Su actitud ante su irresistible encumbramiento social no termina de ser de entera satisfacción, sino más bien de una cierta resignación. E igual de dubitativa es la relación entre su mujer y su amante, en las que ambas mujeres terminan intercambiando los típicos roles que suelen asignarse a cada una, con una amante que termina sintiendo unos celos irreprimibles por la esposa de su hombre, mucho más comprensiva y tolerante.

Weston termina pareciéndome una víctima de las circunstancias, mucho más que otros personajes de la película. Es tal vez una consecuencia de la edad... Uno termina sabiendo que, a pesar de que en principio podemos elegir nuestro camino, a veces es sutilmente imposible escapar a determinados comportamientos. ¿Quién no se casaría con una joven adorable, guapa y sensible, pese a que pudiera no estar totalmente enamorado de ella? ¿Quien es capaz de renunciar a todo lo que posee sólo por estar con la persona que realmente adora? Si supieramos que podemos escapar sin castigo ¿cuántos de nuestros actos se atendrían a la moralidad imperante?

Y lo más oscuro de todo viendo la película... es que personalmente yo deseaba con todas mis fuerzas que Chris Weston escapara a su destino. Pese a lo abominable de muchos de sus actos, de que en el fondo él mismo está deseando recibir el correspondiente castigo, personalmente terminé simpatizando con el personaje mucho más que con los protagonistas de obras similares, como pudieran ser "El cartero siempre llama dos veces" o "Un lugar en el sol". ¿Por qué? ¿Por que en un nivel inconsciente, el origen humilde del personaje me impulsa a disculpar sus acciones?¿Por su esposa y la familia de ésta , inocentes de todo y que se verían destrozados ante la revelación de la verdad? ¿Es por la antipatía -justificada o no- que termina despertando el personaje de Scarlett Johansson, que -mas allá de su papel de "robamaridos"- termina resultándome mucho más antipático que el de la esposa de su amante?

En fin, que como puede verse las mejores obras no son las que nos ofrecen todas las respuestas, sino las que nos plantean las preguntas.


Aunque duela...seguimos

Parece mentira... Más de 2 meses después del ultimo post. La verdad es que una situación casi infernal en el trabajo hizo primero que descuidará más de tres semanas el blog. Y aunque la cosa no se ha suavizado casi, hubo un momento en el que tenía, y sigo teniendo temas de sobra.
Pero aún así, no he querido introducir ni un sólo post.

¿Por qué? Pues por que para poder sobrellevar la situación, he tenido que endurecerme hasta límites que no creía poder alcanzar. Y este blog es, aparte de unos pocos amigos (-saludos, Oscar-) tal vez el único sitio en que uno se muestratal y como és. Y tal y como están las cosas, no sé si puedo permitirme bajar la guardia. Pero si no lo hace uno...¿en que terminaría convirtiendose?
Así que arrancando cada párrafo como si fuera un trozo de carne, haciendo que las palabras sean como peces remontando río arriba...Volvemos.