El Blog de John Constantine

Impresiones de un bastardo profesional.

Wednesday, March 08, 2006


Cabreo I: La hoguera de las Vanidades
Es curioso como a veces uno puede leer un libro, y entender perfectamente su significado, o lo que el autor puede querer expresar en un determinado momento; pero a pesar de todo, lo que se expresa sólo adquiere verdadero sentido después de mucho tiempo. Bien debido a la experiencia personal o a la propia madurez. Eso es lo que me ocurrió cuando leí , en su tiempo, "La Hoguera de Las Vanidades", de Tom Wolfe.

Wolfe deja en el libro más que claro, con su característico estilo periodístico, que lo suyo no es una crítica, ni comedia, ni drama. O tal vez es las tres cosas a la vez. Pero lo esencial, más allá del género o el tono de la obra, es la descripción de la sociedad neoyorquina de los 80, obsesionada con el lujo, el ascenso social y las ansias de "ser alguien". Sin embargo, siempre pensé que Wolfe había exagerado gran parte de las reacciones de sus personajes para dar mayor dramatismo y viveza al libro. Vamos, que él autor había potenciado los excesos de los personajes para darles más juego a estos. Y, después de unos cuantos años, creo que me equivoqué.

Por que es verdad que , en España , el mundo del dinero ha sabido aprender de sus errores , y después de algunos "pecadillos" mediáticos que bien caro les costó a algunos (remember "Los Albertos",Boyer, etc), las clases más adineradas se han envuelto en un aura de privacidad muy pocas veces penetrable. Se acabaron los tiempos del lujo, la ostentación, el despilfarro. Con la complicidad de los grandes propietarios de los medios de comunicación (que son muchas veces coleguillas de "farra"), es ya bastante raro ver en los incontables espacios y revistas del ramo noticias que atañan a los grandes empresarios del país. Hasta ahí bien.

El problema es que el resto de pertenecientes a las capas sociales más favorecidas no lo han visto así. O como el dinero dejó de aparecer en los medios, alguien debió pensar que debía ocupar su lugar. Y de ahí que políticos, artistas, modelos y fauna de demás pelaje son complemento ya no necesario, sino absolutamente imprescindible en cualquier evento que se precie. Ya sea este cultural, social, deportivo o incluso benéfico, el caso es salir en la foto. Cuanto más, mejor. Y cuantos más salgan en la foto, mejor.

Como dijo MacLuhan, el medio es el mensaje. Y así hemos llegado a la situación de que el evento, el acto en sí, importa un pimiento; a nadie salvo a tres o cuatro profesionales del medio le importa la pasarela Cibeles o Gaudí (ya hablaré de ella) como escaparate de moda. Ni el Masters series de Madrid como torneo de tenis. Lo que importa son los famosos y políticos que asisten al desfile; la presencia del deportista galáctico de turno, y , ya si nos ponemos, el desfile de la supermodelo alquilada a golpe de talón por una millonada por tres minutos de contoneo.

Esto si hablamos de la moda , que siendo condescendientes podemos admitirle su toque de frivolidad. Cuando ya nos metemos en el terreno de lo cultural, y observamos como en una gala de inauguración de todo un Teatro Real, la noticia es la asistencia de un puñado de modelos , presentadoras televisivas, etc, etc, uno concluye que 250 años no son ná, y que desde las reuniones de cortesanas y aristócratas en las cortes dieciochescas hemos avanzado bien poco. O a lo mejor lo único que ha cambiado es sólo el plumaje.

La clase política, atenta, como es natural en ella, a todas las inquietudes sociales que preocupan a la población, no ha tardado en calibrar la dimensión del acontecimiento. Y así, y en cumplimiento estricto de sus deberes, se ha prestado a copar la asistencia a desfiles de moda, partidos de fútbol, estrenos cinematográficos e incluso catas de vino. Así, nuestros gobernantes han podido demostrar que, pese a los maledicientes, son como cualquier hijo de vecino: no les importa hacer el gilipollas con tal de salir en la tele. Valga, como muestra , el sin par modelito que nuestra inapreciable ministra de cultura lució en la reciente gala de los Goya. Eso sin olvidar los codazos que nuestros más eficientes representantes se reparten con tal de estar en primera fila de Cibeles, Gaudí, Goya o cualquier evento que empiece con letra mayúscula. Y es que no hay como acabar 100 años de honradez del PSOE con una portada del VOGUE, divan y modelito de diseño incluído. Ahí es ná.

Y la próxima sesión de cabreo, para Cibeles. Y Gaudí. Y la moda. Y eso.

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